La teoría de la aguja hipodérmica
La Teoría de la Aguja Hipodérmica, también conocida como Teoría Hipodérmica, Bullet Theory o Teoría de la Propaganda, emergió en el período comprendido entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial, es decir, entre los años 1920 y 1930, con el propósito de examinar los efectos de la propaganda nazista.
Esta teoría postula que la audiencia está compuesta por individuos aislados y atomizados, quienes reaccionan de manera individual a las influencias de los medios de comunicación. En otras palabras, sostiene que «cada miembro del público de masas es personal y directamente ‘atacado’ por el mensaje» (Wright, 1975, p. 79). Equipara la transmisión de información al acto de una inyección o una bala, donde el mensaje penetra en el sistema de cada individuo del público objetivo y provoca la reacción prevista. Esta premisa se construye a partir de dos corrientes principales.
En primer lugar, se fundamenta en la Teoría de la Sociedad de Masas, que concibe a la audiencia como una masa homogénea de individuos desvinculados, pasivos, anónimos y fragmentados que carecen de interacción significativa entre sí. Este enfoque, planteado por Ortega y Gasset en 1930, retrata a los receptores como entidades alienadas y sin capacidad para generar conexiones profundas.
Por otro lado, la Teoría de la Acción del Psicología Conductista, influencia importante en la Teoría Hipodérmica, adopta el método experimental y de observación propio de las Ciencias Naturales para analizar el comportamiento humano. Esta teoría propone la noción de unidad estímulo/respuesta, es decir, que frente a un estímulo específico, el individuo reacciona de manera predecible, inmediata e inevitable. Por lo tanto, la Teoría Hipodérmica sostiene la premisa de que al dirigir un mensaje específico a individuos masificados, pasivos y alienados, se obtendrán los efectos deseados; es decir, si el objetivo era persuadir sobre una idea determinada, la audiencia respondería favorablemente y actuaría en consecuencia.
A partir de 1948, Harold Lasswell introdujo un modelo que representó una evolución significativa de la Teoría Hipodérmica, ofreciendo una estructura más completa y detallada para comprender el acto de comunicación. Este modelo se destacó por plantear una serie de preguntas fundamentales que debían ser abordadas para entender completamente un acto comunicativo. Dichas preguntas incluían:
Análisis del Emisor: Quién dice;
Análisis del Contenido / Mensaje: Qué;
Análisis del Medio: En qué Canal;
Análisis de la Audiencia: A Quién;
Análisis del Efecto: Con qué Efecto.
Como observamos, en este enfoque la iniciativa sigue recayendo en el Emisor, mientras que los efectos se proyectan sobre una Audiencia pasiva. Esta audiencia, afectada por el estímulo enviado a través de los medios de comunicación, responde de acuerdo con lo esperado. Además, en este paradigma se tiende a considerar al Emisor y al Receptor como entidades independientes, desvinculadas de las complejas redes de relaciones sociales, culturales y contextuales en las que se despliegan los procesos comunicativos.