Es posible que estemos ante la inevitable decadencia de Estados Unidos como potencia global, un declive impulsado no solo por tensiones internas y externas, sino también por el ascenso de oligarcas que, desde la Casa Blanca y otros centros de poder, se autoproclaman líderes mundiales. La reciente controversia provocada por un saludo fascista, ampliamente documentado en los medios, parece ser una alarmante confirmación de esta realidad.
Este no es un caso aislado. Durante mucho tiempo he reunido pruebas sobre la figura de Elon Reeve Musk, un magnate cuya retórica y acciones han sido acusadas de estar impregnadas de supremacismo blanco y de afinidad con ideologías extremas como el nazismo. Las acusaciones contra Musk no son meros rumores: detrás de ellas hay un cuerpo creciente de evidencia que arroja luz sobre sus conexiones, declaraciones y decisiones empresariales que han causado preocupación en múltiples sectores.
La información detallada sobre este tema, que incluye un desglose de las acciones del empresario, está disponible en un enlace que acompaña este artículo. Allí se examinan sus supuestas inclinaciones ideológicas, así como su influencia en un panorama político cada vez más polarizado.
El cambio de logo de Twitter por X no es casualidad
Cuando Elon Musk tomó la controvertida decisión de reemplazar el icónico logo del pájaro azul de Twitter con una fría y minimalista «X», la acción fue percibida inicialmente como una apuesta por la simplicidad o una estrategia de rebranding audaz. Sin embargo, para quienes han seguido de cerca su trayectoria, esta elección tenía un significado mucho más profundo. Musk tiene una evidente obsesión con la letra X, un símbolo que ha aparecido repetidamente en su vida personal y profesional, desde el nombre de su empresa SpaceX hasta su plataforma X.com, su automóvil Tesla Model X e incluso el nombre de su hijo, X Æ A-12.
Esta fijación, aunque aparentemente casual, cobra un matiz más inquietante cuando se examinan sus posibles connotaciones. En un análisis publicado en Psychology Today, Leon F. Seltzer exploró los valores “nihilistas” asociados con la letra X, describiéndola como un símbolo que puede abarcar múltiples significados, desde los más neutros hasta los más oscuros. Seltzer destacó cómo la X se asocia con conceptos tan variados como la esvástica nazi, las advertencias de peligro –representadas por la calavera y los huesos cruzados en botellas de veneno–, los números romanos, el acto de votar e incluso la Navidad, cuando se abrevia como “Xmas”.
Este carácter multifacético convierte a la X en un emblema cargado de ambigüedad: puede representar tanto todo como nada. Es, en esencia, un lienzo en blanco donde se proyectan ideas de poder, peligro y dominio, pero también vacuidad. Este simbolismo resuena profundamente con la imagen pública de Musk, quien se ha erigido como una figura polarizadora que para algunos representa el futuro de la innovación, mientras que para otros encarna los peligros de un liderazgo autoritario y carente de escrúpulos.
Apoyo a las peligrosas teorías conspirativas
La Great Replacement Theory (teoría del reemplazo o desplazamiento) es una narrativa conspirativa que ha ganado terreno entre los movimientos de extrema derecha y supremacistas blancos. Según esta teoría, existe un supuesto plan sistemático para reemplazar a las poblaciones blancas en los países occidentales mediante inmigración masiva y altas tasas de natalidad entre las minorías étnicas. Además, se señala a las «élites globalistas» como responsables de promover estas políticas, alimentando una retórica cargada de odio y división racial.
El 15 de noviembre de 2023, Elon Musk, uno de los hombres más influyentes del mundo, volvió a encender las alarmas al respaldar públicamente un comentario con tintes antisemitas en Twitter (ahora X). La publicación del usuario @breakingbaht alegaba que «las comunidades judías han estado impulsando exactamente el mismo tipo de odio dialéctico [sic] contra los blancos que, según afirman, quieren que la gente deje de usar contra ellos». Musk, lejos de distanciarse de esta retórica peligrosa, respondió con un escalofriante: «Has dicho la pura verdad».
La respuesta de Musk no solo validó el comentario original, sino que también lo vinculó directamente con la narrativa conspirativa de “el gran reemplazo”. Esta teoría, promovida por extremistas de derecha, argumenta que los blancos están siendo sistemáticamente desplazados de sus posiciones de poder y representación en la sociedad por un complot deliberado que busca favorecer a las poblaciones no blancas.
Comentarios antisemitas
Elon Musk, un hombre que ha moldeado el panorama tecnológico y empresarial moderno, se encuentra cada vez más bajo el escrutinio público no solo por sus decisiones corporativas, sino también por su historial de comentarios y acciones percibidos como antisemitas. En noviembre de 2023, su respuesta afirmativa a una publicación que acusaba a las comunidades judías de fomentar «el odio contra los blancos» desató una oleada de críticas. La Casa Blanca no tardó en condenar el acto, describiéndolo como un «fomento vil» del antisemitismo, en un momento en que las tensiones globales por discursos de odio estaban en aumento.
La reacción de las principales corporaciones fue inmediata y contundente. Gigantes como IBM, Apple, Disney y Lionsgate suspendieron sus campañas publicitarias en X, expresando su preocupación por la falta de moderación en la plataforma y el riesgo de que sus anuncios aparecieran junto a contenido antisemita. Este éxodo publicitario supuso un duro golpe financiero para X y evidenció un creciente rechazo hacia las posturas públicas de Musk.
En un aparente intento de reparar el daño, Musk realizó en enero de 2024 una visita al campo de exterminio nazi de Auschwitz. Durante esta visita, el magnate rindió homenaje a las víctimas del Holocausto, caminando por los terrenos donde millones de personas fueron asesinadas durante el régimen nazi. Aunque este gesto fue visto por algunos como un acto de reconciliación, otros lo calificaron como una maniobra calculada para mitigar las críticas, especialmente en un contexto donde su imagen pública ya había sido severamente erosionada.
La visita a Auschwitz podría haber sido un momento significativo para marcar un cambio en la narrativa en torno a Musk. Sin embargo, su historial de declaraciones y el hecho de que nunca emitiera una disculpa explícita por sus comentarios anteriores dejaron a muchos cuestionando la sinceridad de su acto. Para sus críticos, este tipo de gestos no son suficientes para contrarrestar el impacto de las plataformas que lidera, las cuales, según ellos, han facilitado la proliferación de discursos de odio.
Apoyo a partidos neonazis
Alternativa para Alemania (Alternative für Deutschland, AfD) ha sido una figura central en el panorama político europeo en los últimos años. Lo que comenzó como un partido de oposición a la política monetaria del Banco Central Europeo bajo Mario Draghi, ha evolucionado hacia una formación marcada por retóricas xenófobas, nacionalistas y que, para muchos, representa un inquietante eco del pasado más oscuro de Alemania. En 2024, la AfD se consolidó como la segunda fuerza política del país, lo que no solo alarma a los defensores de la democracia liberal, sino que también subraya el auge del populismo de extrema derecha en Europa.
En un giro inesperado, Elon Musk ha declarado públicamente su apoyo a este partido. En un artículo de opinión publicado el 28 de diciembre de 2024 en el periódico alemán Die Welt, Musk justificó su respaldo al afirmar que la AfD «abre el camino» a un cambio necesario en un país que, según él, está «acomodado en la mediocridad». “Alemania se ha acomodado en la mediocridad. Es hora de cambios audaces, y AfD es el único partido que abre este camino”, escribió el magnate.
El apoyo de Musk a la AfD no es simplemente una declaración política: es un acto que confiere legitimidad a un partido cuya narrativa se basa en el rechazo a los inmigrantes, el escepticismo hacia el cambio climático y una reinterpretación del pasado alemán que minimiza las atrocidades del Tercer Reich. Este respaldo es particularmente alarmante dada la influencia global del empresario y su capacidad para moldear la opinión pública a través de sus plataformas y empresas.
La AfD ha sido criticada por su vinculación con ideologías extremistas. Figuras prominentes dentro del partido han hecho comentarios que relativizan el Holocausto, mientras que algunos de sus líderes han defendido políticas abiertamente discriminatorias contra las minorías. Apoyar a este partido significa alinearse con una visión de Alemania que muchos consideran incompatible con los valores de igualdad, inclusión y memoria histórica que han sido fundamentales en la reconstrucción del país tras la Segunda Guerra Mundial.
Saludo fascista
En un momento que quedará grabado en la memoria colectiva, Elon Musk ahora figura prominente del gobierno de Donald Trump, protagonizó un gesto que muchos consideran un claro «sieg heil» durante la celebración de la investidura del presidente republicano en el Capital One Arena de Washington. Este acto no solo marcó un punto de inflexión en la narrativa pública sobre Musk, sino que también desató una tormenta mediática y política de dimensiones globales.
El gesto, realizado ante miles de seguidores en el estadio y millones más que observaban desde sus pantallas, consistió en un golpe en el pecho con la mano derecha seguido de una extensión del brazo con la palma hacia abajo, un movimiento que, según expertos como Claire Aubin, historiadora especializada en el nazismo en Estados Unidos, encaja perfectamente con el saludo nazi prohibido en Alemania. La repetición del gesto hacia el público detrás de él solo intensificó la percepción de que esto no fue un accidente, sino un acto deliberado y cargado de simbolismo.
Una doble intención: orgullo y estrategia mediática
El gesto de Musk tiene múltiples capas de interpretación. Por un lado, representa un momento de orgullo personal y de radicalización ideológica. Musk, quien ahora combina su rol como empresario y figura política, parece estar adoptando públicamente posturas extremistas que anteriormente estaban veladas tras su imagen de visionario tecnológico. En su mente, estar en la cima del mundo como el hombre más rico y poderoso le otorga la libertad de expresar abiertamente sus creencias, por controversiales que sean.
Por otro lado, el acto fue un movimiento calculado para provocar una reacción mediática. Musk, dueño de la plataforma X y hábil manipulador del discurso público, sabe cómo captar la atención global. Este gesto no solo garantizó titulares en todo el mundo, sino que también ofreció una oportunidad para fortalecer una narrativa clave del gobierno de Trump: la desconfianza hacia los medios de comunicación. Al generar una ola de críticas, Musk parece buscar posicionarse como una víctima del «acoso mediático», utilizando el escándalo como una herramienta para desviar la atención de temas más críticos y consolidar su base de apoyo.